nacionalizacion del litio

Me parece curioso que muchos de los trabajadores del Gobierno, mexicanos que literalmente viven del erario público, se enajenen de la política y desconozcan los beneficios de un Estado democrático, fuerte y con mayor capacidad para generar ingresos.

Más extraño me parece que apuesten o exijan el acaparamiento del sector privado sobre el papel del Gobierno, una apuesta contra sí mismos, pues la mayoría de ellos ni siquiera tiene una empresa y sus salarios, sus ingresos, vaya: su forma de vida depende completamente del Estado.

Existen quienes parecen olvidar el origen y procedencia de sus salarios, pero eso no ocurre cuando se les dice que se invertirá millones de pesos a la pensión de adultos mayores, porque entonces conoces sus uñas, colmillos, la creatividad de sus ofensas.

Hoy que los gastos sociales han aumentado, en vez de crear pleitos por quién obtiene más recursos, el Estado debería tener una prioridad: aumentar los ingresos a las arcas de la nación. Los impuestos no van a solucionar todo, como lo demuestra el modelo estadounidense, que ha superado el techo de su propia deuda durante décadas.

Si esta es la Patria o Matria, no debería los sectores gubernamentales (energético, salud o cultural, por ejemplificar), pelearse por el poco pan sino en cambio, buscar fortalecer, agrandar esta sombra benevolente que nos protege del sol, alimentar este árbol que a todos ustedes da frutos para que coman.

Pero, ¿por qué entonces tiran sus semillas? Desde hace unos años no se cuidan ni se plantan las semillas, no se apuesta por el futuro propio, se compran frutos transgénicos a sobreprecio. Se menosprecia el talento nacional y se compran fórmulas extranjeras, productos importados que todo lo arruinan al no estar adaptadas a nuestro entorno. Ah, y el ingreso se va.

Los ingresos del Gobierno deben aumentar pero sin aplicar artimañas baratas como el cobro de más documentos innecesarios que vuelven al sistema reumático, inútil, cuando en realidad se busca su eficiencia. No hay de otra: el Gobierno debe crear más empresas estatales para generar más oportunidades de empleos, mayor obtención de recursos ante el aumento al gasto social y la volatilidad de los energéticos, so pena de caer endeudados.

Hay que decir las cosas claras: el sector privado mexicano suele fracasar frente empresas internacionales, por restricciones, por falta de capacidad para competir contra otras empresas más grandes y por muchas otras razones. Pero no es algo que solo ocurra en México, es un fenómeno global donde grandes super empresas acaparan ingresos de todo el mundo y lo llevan a su tierra. Mientras tanto, nuestro país no toma cartas en el asunto, no genera nuevos empleos y no favorece a cientos de oficios, no es competente y las empresas extranjeras se llevan, obviamente, la mayor parte de las riquezas. Tan solo basta recordar las minas canadienses que incluso hoy en día se siguen llevando oro y plata bastaría para estos ejemplos.

Gran parte del sector privado mexicano ha demostrado ser muy bueno ahorrando, aplicar la austeridad a toda costa aunque exprima a los empleados o falsee su sueldo ante el Seguro Social, de hecho muchas empresas han demostrado ser pillos en busca de obtener ingresos del erario público. Pero, ¿invertir en México? Son pocos del sector privado mexicano los que realmente invierten o apuestan por México, apuestan más bien al extranjero.

Y esto no es culpa completamente del propio sector empresarial. Pues hay que recordar que estamos sometidos culturalmente, y esto implica que nuestra educación, nuestra concepción de lo bueno y lo pésimo, está afectada por agentes externos.

Si esto lo llevamos al plano financiero, y a esto le sumamos la poca competencia de nuestro sector, tenemos como resultado una bolsa mexicana casi inactiva durante décadas, incapaz de promocionarse eficazmente, frente a Wallstreet, que incluso tiene películas, series y cientos de anuncios que bombardean diariamente al mundo entero. ¿Podemos competir contra eso?

Claro que es posible, pero no es sencillo y requiere organización, y sobretodo, requiere inversión nacional, un México que invierte en México. En vez de esperar que llueva en el extranjero para que nos den agua a cucharadas.

Por otro lado, sin empresas estatales México pierde: pierden los funcionarios públicos, pierden los programas sociales, pierden los mexicanos… pero nadie hace nada, nadie toma cartas en el asunto. Al contrario, un mar de opinólogos despotrica contra cualquier intento del Gobierno por tomar las riendas del país, por generar mayores ingresos.

Tan solo con el conocimiento actual y la observación del método de otros países, hoy en día es posible darse cuenta que se pueden generar ingresos de cosas tan absurdas como el acaparamiento, activos digitales (dígase ETFs, divisas digitales, hasta criptomonedas o NFTs) y objetos virtuales (arte, cine, anime, videojuegos, etcétera), que hacen parecer a muchas industrias de fabricación anticuadas.

Sin embargo, en vez de desarrollarnos, en vez de encaminarnos, muchos funcionarios y jubilados se dedican a despotricar al Gobierno a través de sus hijos, sobrinos y/o de organizaciones civiles, en ocasiones incluso solicitan y gestionan recursos federales, acaparando una vez más las pocas oportunidades. Antes que talento se busca mantener la mafia, las relaciones.

Lamentablemente el actuar de muchas organizaciones con financiamiento público es menos serio que el de muchos funcionarios a los que critican, y no traen soluciones, tampoco cumplen los objetivos de sus proyectos. Su meta era continuar en la política, centralizar el poder, continuar en cargos públicos: no más.

Tan solo mencionar el caso de los aviadores, “trabajadores” que no trabajan pero sí cobran, y cuya ausencia afecta a todo el sistema, incluyendo a sus compañeros, al público general y a personas dispuestas a trabajar por México y mejorar las condiciones.

Pero los desfalcos son todavía peores. Si el crédito a la vivienda de un sector de trabajadores es robado, si los ingresos para la construcción de un hospital o las escuelas es retenido, pospuesto o “desaparece”, ¿cómo podemos hablar de desarrollo si estudiantes y enfermos no tienen acceso a lo básico?

La incapacidad del funcionario público para reconocer la totalidad, de tener una visión holística del sistema mexicano en el que vivimos nos afecta gravemente. No solo como individuos sino como sociedad, y una vez que la sociedad termina enferma, corrupta y abandonada, la repercusión regresa de nuevo al plano individual: contra nosotros mismos.

En cambio, en vez de resolver nuestras grandes fallas, cada sexenio la preocupación se enfoca en las boletas electorales, elegir colores, bandos, rostros y discursos afín de cuentas, la ruleta, la elección: eterna persecución mexicana por evitar fraudes, corrupción, ser una farsa.

Digamos que un funcionario corrupto del IMSS roba medicamento con amparo o por orden de un alto cargo del mismo instituto. El interés económico individual, la falta de empatía, la alienación de estos individuos con su región, contribuyen al fallecimiento de cientos de personas, a que las enfermedades de los derechohabientes se agraven y al tráfico ilegal de medicinas. Y es solo un ejemplo porque la realidad se queda corta.

Pero lo mismo ocurre con un empleado del Gobierno descuidado, que se ausenta de su puesto, que no cumple ni aporta ni propone ni se interesa en solucionar las fallas de su cotidianidad laboral. Pero bueno… Este empleado hipotético que es pleno, busca cumplir con rectitud lo esperado y un poco más, que aporta y que propone y se interesa en solucionar fallas: ¿a quién acude? ¿A quejarse en Twitter para perder su trabajo?

Y lo más importante, ¿qué recibe a cambio, además de sentirse bien con uno mismo por hacer lo correcto? Difícil sentirse bien cuando esta persona es despedida, ¿no? O juzgada o amenazada.

Porque, a fin de cuentas, no era esa su tarea. Las fallas del sistema están ahí, tienen décadas, pero, ¿quién las audita? ¿quién está ahí para inspeccionar, proponer, escuchar y perfeccionar los procesos más allá de las campañas políticas? ¿quién está ahí para reconocer a los trabajadores de valor y aquellos que ni siquiera trabajan?

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