La pandemia del coronavirus se convirtió en rin de batalla para acusaciones mediáticas, que hoy en día son más persuasivas que nunca, y lo único que hacen es impedir la conciliación y las acciones concluyentes para alcanzar la paz.

El idioma y la región siguen teniendo esa relativización y regionalización de la información, y es a través de la pandemia el CoVid-19 que nos es más fácil advertirla.

Existe (o existió) una narrativa racista que intentaba señalar al pueblo chino de causar la enfermedad del coronavirus y los miles de muertos. Para poder lograr esto, se debe ser muy claro sobre un objetivo: cimentar y recalcar en la narrativa que el virus se originó en China.

La información se extendía desde redes sociales hasta en información oficial en todos los países, tan solo basta mirar la versión China de Wikipedia y compararla con la versión en español o inglés para comenzar a notar lo que es verdad según la geopolítica.

Mientras que el mandatario de una nación que ya no es tan poderosa, y estando cerca su salida, comienza aruñar, así señaló abiertamente como culpable del Covid-19 a China. Su mensaje se propagó por latinoamérica, a pesar de que la nación oriental fue la primera en apoyar a otros países con suministros médicos.

El mismo Antonio Guterres de la ONU afirmó que había que tomarse este momento como una época de guerra, no muchas horas después de que Estados Unidos declarara al Presidente de Venezuela narcoterrorista. Y ya sabemos que Trump, como otros grandes genocidas de la historia, no tiene moderación en el uso de su poderío militar.

Tan solo recordar a la OTAN en Afganistán y las violaciones a derechos humanos y guerras realizadas explica el porqué se viralizó en redes sociales la «nula» función de la ONU ante la moderación y paz de las naciones hermanas.

Esto cuando ni siquiera la buena comunicación entre naciones se ve reflejada en la realidad, como el recuerdo que quedará para muchos en Irán del día en que una extraña nave extranjera arroja un misil sobre tu ciudad y hace volar en pedazos al general de tu país. No solo es eso… una nación extranjera lo celebra, lo desea. ¿Acaso eso es sana comunicación?

Tiempo antes de la explosión mediática de la ‘neumonía de Wuhan’ y el ataque de Soleimani, ya la Casa Blanca había estado haciendo de las suyas en Bolivia desde noviembre.

Aunque Trump terminó disculpándose, tiempo atrás había dicho que no frenaría a su campaña de acusaciones y fue esto lo que se viralizó en todo el mundo. Sin embargo, es curioso que mientras se viva pandemia en Europa haya 20 mil militares estadounidenses enviados no hace mucho tiempo.

Entre todo ese poderío, el medicamento cubano interferón Alfa-2B Recombinante (IFNrec) pasa desapercibido.

La disculpa sobre que China no es el origen del virus queda olvidada con la nueva polémica: Estados Unidos va contra Nicolás Maduro y lo acusa de «narcoterrorismo». Al día siguiente Vladimir Padrino rechazó las acusaciones de la nación norteaméricana y más tarde mostró la industria textil militar fabricando mascarillas.

Así es, en esta nueva era hay «armas biológicas y ataques dirigidos con droga», lo decimos con sarcasmo ya que siempre ha sido prioridad de Estados Unidos fortalecer sus brazos armados y expandirse militarmente.

Pocos meses antes, el presidente Donald Trump habría causado indignación tras la agitación bélica que causó con el ataque con drones en Medio Oriente hacia Soleimani con la que demostró que a pesar de ya no ser la potencia mundial, es impune y es poderoso.

Las fuerzas estadounidenses abandonaron Irán, donde hay casi 30 mil casos y 2 mil 200 muertes a causa del SARS-Cov-2, y 300 muertos y miles de ciegos por tomar alcohol industrial a causa de las fake news (alguien escribió mensajes en su lengua original con recomendaciones falsas para que quedaran ciegos) que se han esparcido en redes sociales en un intento por evitar la enfermedad. Pese a su situación, Estados Unidos no levantará sanciones.

Un teoría que nació en respuesta de las acusaciones trumpistas, sugirió que habían sido militares estadounidenses en Wuhan quienes posteriormente estaban enfermos, los verdaderos pacientes cero de la enfermedad. Y es que esto ya lo habían hecho los británicos en 1763, y los estadounidenses contra Cuba en 1981.

Pero la teoría conspirativa que tuvo más peso latinoamérica era notoria que era parte de una guerra fría: el «SARS-Cov-2», el virus chino en palabras del Tío Sam.

Mientras que los enemigos más grandes de Estados Unidos inicialmente se encuentran debilitados por el esparcimiento de la infección: China e Irán. Además, el símbolo del antiguo imperio de Roma decae en la infección mientras se consolida en Europa el Ejército de América.

Tras la llegada del coronavirus a Inglaterra, se infecta el rey, se resguarda la reina, la verdadera corona a salvo, mientras el ministro se enferma.

So pena de convertir las palabras en plumas frágiles, solo cabe recordar desde cada una de nuestras torres, que el mundo no deja de ser un escenario con alfiles, peones, reinas y caballos.

Teorías conspirativas

«El coronavirus es un arma biológica» es una de las máximas de las teorías conspirativas, a veces metáforas de la vida real

1 Laboratorios de Estados Unidos modifican cepas anualmente para reducir generaciones viejas

2 Estados Unidos llevó a pacientes 0 de forma estratégica a Wuhan, Japón, Irán y Roma

Se basa en las Olimpiadas militares de Wuhan a finales de Octubre 2019, se inauguraron el 19.

2 China creó el virus en un laboratorio

3 Rusia esparce el virus por lo que Estados Unidos envió 20 mil militares a Europa

Lo cierto es que son solo teorías conspirativas hasta que no se demuestre con evidencia.


Lo curioso es que existe una nota de South China Morning que revele que uno de los primeros casos del nuevo Covid-19 ocurrió en noviembre del 2019. La gacetamedica confirma a su vez la existencia de casos en noviembre.

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