Moneda-del-Estado-de-Occidente-1828-Mexico

Entre 1824 y 1830, el gran Estado de Occidente conformado por lo que actualmente es Sonora y Sinaloa, decidió acuñar su propia moneda. Según una conferencia del Doctor Rafael Ayala Aragón sobre la moneda del Estado de Occidente tuvo muchas dificultades para que su uso fuera extendido, sin embargo correspondía a una necesidad de los mineros la región debido al constante asalto y tráfico ilegal de oro y plata.

Antecedentes a la creación de la Moneda del Estado de Occidente

Ayala Aragón nos cuenta que desde antes del virreinato hasta 1800’s se contaba con distintos sistemas económicos incluyendo una moneda prehispánica (trueque, elementos naturales, moneda de cacao), moneda del pueblo (tlacos), moneda colonial, así como una moneda peninsular importada de España a las colonias. A la llegada de los españoles, tuvieron que adoptar el sistema monetario prehispánico e importaron la moneda castellana.

Tepuzque fue una de las primeras monedas acuñadas en México, conformada de un disco de oro y cobre, sin embargo los españoles solían falsificarla por lo que se generó un fuerte repudio por parte de los indígenas. Durante años, los indígenas, criollos y españoles rechazaron las monedas de cobre por la facilidad con que podían falsificarse, lo que provocó que no se acuñaran de nuevo en México hasta la independencia.

La solicitud al rey de España de crear una Casa de Moneda en México era muy constante, desde 1526 con Luis Ponce de León, de igual modo en 1528 por Nuño Beltrán de Guzmán, y varias otras personalidades en fechas posteriores, hasta que después de establecerse el virreinato, el 11 de mayo de 1535 por orden real se establece la Casa de Moneda de México.

Centralización colonial de la acuñación de las monedas

Aún así, las provincias más lejanas no pudieron acceder a las monedas acuñadas de la misma forma. Existía una centralización de la acuñación de monedas, las provincias requerían de las monedas acuñadas en la capital del país, pero era difícil que llegaran. Debido a que la moneda era un producto de exportación, ya que contenían oro, y era la única forma permitida de vender o exportar el oro, so pena de cárcel.

Ayala cuenta que la mayoría de las monedas acuñadas era de exportación, por lo que se comenzaron a acuñar tlacos (similar a los tokens) que circulaban en zonas muy específicas, en tiendas, pueblos o comerciantes. Sin embargo, la constante circulación de monedas falsas comenzó a provocar problemas en estas épocas, y ante esto, la Corona Española buscó regularizar los tlacos.

Por ello, se conformó en las provincias diversos estudios socioeconómicos para que elaboraran informes. Y la solución que se propuso fue ubicar una Casa de Moneda en Sonora y Sinaloa, sin embargo la propuesta fue rechazada continuamente por virreyes y reyes.

Afectaciones a los mineros de Sonora y Sinaloa debido a la centralización en 1800’s

Un conflicto entre la Casa de Moneda de Durango y el Estado de Occidente también afectó a que se estableciera una Casa en esta región. Los mineros de Sonora y Sinaloa vivían con el peligro de ser robados ya que transportaban oro y plata. Además, los mineros sinaloenses y sonorenses veían una pérdida al ir a acuñar a otras entidades, perdiendo ganancias.

Así surgió en Mazatlán y Guaymas el comercio ilegal de minerales. Esto terminaría hasta la independencia de México, cuando se estableció que cada Estado podía acuñar su propia moneda. Desde 1825, una compañía de ingleses llegó a México ofreciendo a los Estados establecer centros de acuñación.

Aunque la Casa de la Moneda del Estado de Occidente sí se creó y logró acuñar monedas, tiempo después surgieron rumores de que las monedas de cobre emitida se estaban falsificando. Sin embargo, al no utilizar un símbolo oficial, fueron clasificadas como monedas falsas por la Federación. Finalmente, el 13 de octubre de 1830, Sonora y Sinaloa fueron divididos por decreto de la Federación, lo que daría fin a la Casa de la Moneda del Estado de Occidente.

La sesión virtual fue la última ponencia del programa «Historias y señas de identidad compartidas», que comenzó el 29 de enero del 2021. El programa está organizado por diversas asociaciones civiles del noroeste de México, entre ellas ANACCIM, la Asociación de Cronistas de Sonora A.C., La Crónica de Sinaloa A.C., La Crónica de Baja California A.C., y el Colegio de Historiadores de Sinaloa (COLHSIN).

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